miércoles, 14 de mayo de 2014

LA ILUMINACIÓN NO ES LO QUE CREES - Wayne Liquorman






— ¿Cómo se produce la disolución del “yo”?, ¿a través de la autoindagación?
— Sucede.

— Simplemente sucede.
— No es que “simplemente” suceda. Sucede.

— Sucede.
— ¡Todo sucede! Ésa es una de las numerosas cosas que suceden. Después, elaboramos bonitas historias sobre esos sucesos, sobre por qué sucedieron y sobre cómo sucedieron.

— ¿Cómo te sucedió a ti?, ¿le sucede a todo el mundo de la misma manera?
— No, cada persona es diferente y tiene una historia, unos condicionamientos y unas circunstancias diferentes.

— Yo he experimentado esa contemplación y su desaparición, y creo que puedo reconocerla. ¿Es posible que pueda aparecer y desaparecer?
— Sí, ese aparecer y desaparecer de la Presencia es, en gran medida, la experiencia del buscador, tener momentos de presencia y contemplación impersonal seguidos de momentos de separación e implicación. El movimiento delante y detrás, dentro y fuera, de ese estado es la auténtica condición del buscador.

— Yo he sentido eso en algunas ocasiones pero, en realidad, no es la Iluminación, porque ese estado no se ha mantenido.
— La Iluminación es la ausencia de ambas experiencias, la de unidad y la de separación. Lo que tú has experimentado es la desaparición del “yo” separado, ¿me equivoco?

— No.
— Evidentemente, la vida continúa, el universo sigue funcionando. Entonces, el “yo” separado regresa y contempla ese período de unidad que se inicia con su desaparición y se cierra con su regreso y piensa: “Era Eso”.

— Ésa ha sido mi experiencia.
— Ésa es la experiencia del buscador. Sin embargo, luego dice: “Quiero sentir eso siempre”.

— Exactamente, ¿qué debo hacer para sentirlo siempre?
— Es que “tú” no puedes sentirlo siempre, ésa es la clave de la cuestión. El error estriba en creer que cuando “yo” lo alcanzo, “yo” ya lo conoceré para siempre. “Lo” has conocido porque lo has cuantificado. Tuvo un comienzo y un final: era cognoscible como “cosa”.
Lo que le ocurre al organismo del sabio es que el “yo” identificado e implicado desaparece por completo. La vida y las vivencias continúan pero no hay un “yo” que regrese y cuantifique Lo-Que-Es como cosa, como algo. Por tanto, se puede decir que el sabio no “conoce” la Unidad, sino que “es” la Unidad.

— Pero ¿el “yo” del sabio regresa?
— Tras la Iluminación, el “yo” implicado desaparece para siempre: no hay nada que pueda volver y cuantificar Lo-Que-Es como si fuera una cosa. Por tanto, el sabio “es” la Unidad y “no conoce ni experimenta” la Unidad. El buscador es capaz de experimentar la Unidad porque la experiencia termina y, entonces, se convierte en algo reconocible y cuantificable. Lo-Que-Es sólo es cognoscible si se está separado de ello y se cuantifica como si fuera una cosa a “la” que se llama Unidad. Para el sabio ese modelo ya no está disponible porque aquello que podría volver y cuantificar, aquello que podría estar separado y conocer la Unidad, ya no existe.

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