lunes, 4 de noviembre de 2013

El CORAZÓN tiene que decidir el ¿QUÉ? La CABEZA tiene que buscar el ¿CÓMO?


Dios nos envió con todo lo necesario para reconocer sus mensajes. Lo demás lo adquirimos nosotros. No despreciemos sus banquetes gloriosos por nuestras migajas pordioseras.

¿Cómo escucharemos los mensajes del Espíritu para lograr el bienestar en la vida y la unión con lo Sagrado?

Si me lo permites, quiero compartirte algo que ha resultado de valor para mí:

El CORAZÓN tiene que decidir el ¿QUÉ?

La CABEZA tiene que buscar el ¿CÓMO?

Sólo entonces podemos estar seguros de fluir con el orden cósmico y de hacer aquello que es bueno para nosotros y bueno para los demás.

Si le preguntas a la cabeza qué hacer, la metes en serios problemas y te metes en serios problemas tú. ¿Porqué? Porque la mente no puede decidir. La mente no sabe. La mente sólo repetirá incansablemente lo que le han dicho (mucho de lo cual es contradictorio).

El corazón en cambio es más sabio al decidir. Porque él es el que va a comprobar las consecuencias de la acción emprendida. Y las consecuencias se “sienten”. Y lo que se siente es dominio del corazón. Sólo él puede decidir adecuadamente porque sólo él está unido a la Vida. A la vida que se siente incansablemente. A la vida que se siente todo el tiempo. A la vida que se desenvuelve con un sentir continuo mientras la mente se pregunta confundida qué es lo que está pasando sin conseguir explicárselo nunca.
Dios nos envió con todo lo necesario para reconocer sus mensajes. Lo demás lo adquirimos nosotros. No despreciemos sus banquetes gloriosos por nuestras migajas pordioseras. ¿Cómo escucharemos los mensajes del Espíritu para lograr el bienestar en la vida y la unión con lo Sagrado? Si me lo permites, quiero compartirte algo que ha resultado de valor para mí: El CORAZÓN tiene que decidir el ¿QUÉ? La CABEZA tiene que buscar el ¿CÓMO? Sólo entonces podemos estar seguros de fluir con el orden cósmico y de hacer aquello que es bueno para nosotros y bueno para los demás. Si le preguntas a la cabeza qué hacer, la metes en serios problemas y te metes en serios problemas tú.
¿Por qué? Porque la mente no puede decidir. La mente no sabe. La mente sólo repetirá incansablemente lo que le han dicho (mucho de lo cual es contradictorio). El corazón en cambio es más sabio al decidir. Porque él es el que va a comprobar las consecuencias de la acción emprendida. Y las consecuencias se “sienten”. Y lo que se siente es dominio del corazón. Sólo él puede decidir adecuadamente porque sólo él está unido a la Vida. A la vida que se siente incansablemente. A la vida que se siente todo el tiempo. A la vida que se desenvuelve con un sentir continuo mientras la mente se pregunta confundida qué es lo que está pasando sin conseguir explicárselo nunca.

Tu LuzInterior

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